JESUITAS EN LA CORTE MOGOL

El Padshah Akbar (1542-1605) era un hombre ávido de conocimiento. Posiblemente porque heredó el trono siendo aún muy joven; apenas contaba 13 años, y pronto se dio cuenta de que siendo su padre un hombre de amplia cultura, a él, sin embargo, le faltaba formación por todos los lados.

Fue la falta de educación de Akbar lo que hizo que su corte fuera memorable, pues para suplir esta carencia, se rodeó desde el principio de eruditos de todas las materias, convirtiéndose  en un gran mecenas de las artes. Su pasión por los libros le hizo coleccionista de todo tipo de obras. Amplió la biblioteca heredada de su padre, haciendo de ella una de las  más completas de aquellos tiempos. Junto a la biblioteca de Fatehpur Sikri creó la Maktab Khanna,  un impresionante taller de traducción, donde fueron traducidos  al persa ejemplares  en sánscrito, griego, latín, o árabe. Entre esas obras magníficas estaba la Biblia católica. Pero fueron los debates que organizaba de forma regular con intelectuales llegados de todos los rincones del mundo conocido, lo que, de verdad, le dio esa apertura de miras que lo han convertido en el mejor gobernante que haya tenido la India hasta nuestros días.

Pues con semejante inclinación, no es de extrañar que desarrollara también una manifiesta obsesión por conocer de lleno todas las religiones conocidas.

Para muchos, entre ellos, sus propios coetáneos, esta ¨manía¨ demostraba el desapego que tenía hacia la religión musulmana, la que por nacimiento le había sido legada, pero  hoy en día los historiadores que han estudiado su figura en profundidad, no dudan en afirmar, que más allá de la curiosidad, o la falta de convencimiento en su propia religión, a Akbar le movía un propósito mucho mayor: encontrar una fe unificadora, que pudiera cohesionar las diferentes religiones que cohabitaban en el Hindustán del siglo XVI.

 

Desde su fundación por el español San Ignacio de Loyola en 1538, la Compañía de Jesús se lanzó a la predicación por todo el mundo. En 1542, San Francisco Javier llega a Goa, donde funda la primera misión jesuita en la India.

La primera noticia que tiene Akbar de la misión evangelizadora jesuita es a través de dos religiosos de la Orden, que ejercían su labor en Bengala, en 1576, y donde tras conocer que algunos comerciantes portugueses defraudaban al tesoro mogol, les reprendieron con severidad, y les instaron a devolver lo robado, so pena de no recibir el perdón. El Padshah Akbar quedó tan impresionado de tal gesto de honestidad, que en 1579 envió un embajador a Goa, para solicitar al Arzobispo que le hiciera llegar una copia de las Sagradas Escrituras, y a algún buen conocedor de la doctrina de Cristo que le pudiera ilustrar de primera mano.

De esta manera se configuró la primera misión jesuita, que llevó en 1580 a tres religiosos de la Orden a la corte mogol. El Padre italiano Rodolfo Acquaviva, al frente de la misión, el español Antonio Monserrate, y el persa converso Francisco Henriques, que hizo en los primeros tiempos de traductor de la misión.

La invitación despertó grandes esperanzas entre los jesuitas, cuyo objetivo era sin duda la conversión del mogol. Además, el afecto y la calidez con que fueron recibidos, y tratados, durante los tres años que permanecieron en Fatehpur Sikri, les hizo mantener esas esperanzas casi hasta el último minuto. Las crónicas de la época destacan la cercana relación que desarrolló el Padshah con el Padre Rodolfo Acquaviva, hombre muy culto, y profundo creyente, que pronto se ganó la admiración del soberano.

El padre Monserrate, uno de los sacerdotes elegidos para esta primera misión, escribió un diario que arroja información muy valiosa sobre el carácter del Padshah Akbar y de su administración. Por los datos que contiene, y los hechos que describe de forma minuciosa, el diario constituye un relato más fiable que las crónicas de los numerosos viajeros de la época, o de los historiadores indios, que casi siempre escribieron sobre los acontecimientos como deberían haber sido idealmente, y no como fueron en realidad.

Por el padre Monserrate sabemos, hoy en día, que  el hijo mayor del Padshah Akbar, el príncipe Salim, tuvo una educación católica completa desde que los jesuitas se establecieron por primera vez en la corte de Fatehpur Sikri, además, el padre Monserrate fue el tutor del segundo hijo del Padshah, el príncipe Murad.

Desde el primer momento se les permitió predicar con total libertad la religión católica, y el Padshah les acondicionó una capilla dentro del propio palacio, donde se celebraban liturgias y otros eventos religiosos, a los que en alguna ocasión se unió el propio soberano, mostrando públicamente gran respeto por la imagen de la Virgen.

Los jesuitas también participaban de las tertulias y debates religioso-filosóficos del Padshah, resultando, frente a los otros contertulios, en clara superioridad por su retórica, y en las respuestas a preguntas planteadas por el soberano. Compartían mesa con él en muchas ocasiones, cosa que no era nada común en la corte mogol, y a ellos acudía el soberano a pedir consejo también con asiduidad.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, la conversión no llegó nunca. El padre Rodolfo Acquaviva tardó, no obstante, mucho tiempo en dar su misión como fracasada.

El por qué no se llegó nunca a esa conversión es pura especulación entre los historiadores, y será motivo de otra entrada, pero con la perspectiva que da el paso del tiempo, la misión jesuita en la corte de Akbar no puede considerarse un fracaso total, La presencia de los jesuitas contribuyó sin duda a mejorar el entendimiento y el diálogo entre el islam y el cristianismo, y abrió un capítulo muy importante en la historia del diálogo interreligioso en la India. La amistad que surgió entre el soberano mogol y los participantes de esa primera misión jesuita (hubo dos misiones más en años venideros) sobrevivió a los propios misioneros. Su contacto creó una pauta de normalidad en las relaciones entre los ilustrados de diferentes convicciones religiosas en el país.

Hoy en día, la presencia jesuita en la India está  ampliamente extendida por todo el territorio.

 

 

 

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