EL HARÉN MOGOL

Mujeres desnudas, holgazaneando o posando de forma erótica.  Centros de lujuria y pecado. Burdeles de lujo donde  la subyugación sexual de las mujeres constituía el divertimento de sultanes pervertidos y viciosos. Una auténtica Sodoma y Gomorra.

Si, esa es la idea-totalmente errónea- que tiene la mayoría de la gente del harem, y que se originó a partir de los relatos de viajeros occidentales que visitaron el mundo árabe/musulmán hace siglos. A excepción de algún médico, y de forma esporádica, ninguno de ellos pudo entrar en un harem, pero la curiosidad que despertó en ellos aquel lugar oculto a la vista de todo el mundo, les hizo, seguramente, fantasear demasiado, y con una mezcla de fascinación y aversión, al mismo tiempo,  crear  una auténtica entelequia para sus mentes lascivas. Después, los artistas que realizaron representaciones pictóricas basadas en esos mismos escritos avivaron el relato. Desgraciadamente, el mito aún persiste, pues escritores y productores de cine mal documentados siguen, hoy en día,  alimentándolo, distorsionando completamente la realidad de la sociedad musulmana medieval.

El harén real es quizás la institución más incomprendida del orden social islámico. ¿Quieres saber más? Quédate conmigo que te lo cuento.

 

 

EL HAREN MOGOL

El termino harén (del término árabe harem, que significa “lo sagrado”, “lo prohibido”) hace referencia a la zona restringida a las mujeres de la casas de familias musulmanas.

¿Quienes vivían en el harén real mogol?

El harén era básicamente la residencia de las mujeres de la familia del Padshah. De sus madres, mujeres, hermanas y otras parientes más o menos cercanas.  Y sí, claro, allí residían las concubinas ( práctica común y totalmente aceptada por la sociedad islámica del momento), pero también había comadronas, niñeras( los niños varones crecían en el harén hasta alcanzar la pubertad ), mujeres-escriba, supervisoras,  bailarinas, guardianas, sirvientas, y un largo etc de mujeres con tareas específicas, encaminadas a mantener el orden y el buen funcionamiento del propio harén. ¡Muchas de las mujeres que vivían allí ni siquiera cruzarían una palabra con el soberano en toda su vida!

Por supuesto, también estaban los eunucos (otra práctica de lo más normal en aquel momento), a través de los cuales las mujeres mantenían un contacto más o menos estrecho con el exterior.

Dentro de los confines del harén había bazares, bibliotecas, lavanderías, cocinas, escuelas, patios de recreo y baños. Toda una institución doméstica cuya administración explica detalladamente Abul Fazl en el Ain-i-akbari (tr.H.Blochmann and H.S. Jarrett, Calcutta, 1873, 3 vols)

El harén se dividía en secciones, cuya administración se asignaba a las darogha. Esta figura solía recaer en una mujer de origen noble, con capacidad de organización, cierto conocimiento de finanzas, y en disposición para ejercer autoridad cuando era necesario. Bajo su control había todo un sinfín de supervisoras y sirvientas que  cobraban un salario por cumplir las tareas asignadas.  Si, has leído bien, lector: Todas las residentes del harén cobraban un sueldo, acorde a su rango y posición, pero con el que podían hacer y deshacer a su antojo. De este modo hubo quien se dedicó a derrochar en joyas y otros productos de lujo, quienes utilizaron sus ingresos para realizar obras de caridad, o a financiar la construcción de edificios públicos, pero muchas otras decidieron invertir en empresas y negocios que, en no pocos casos, las convirtieron en mujeres tremendamente ricas, y por tanto, muy poderosas.

Aunque el harén era un recinto amurallado y custodiado, las mujeres, sí podían salir de él con el debido permiso del Nazir, o eunuco jefe. Sobre todo en los primeros tiempos, cuando aún la corte era itinerante, tampoco se insistía en la segregación entre hombres y mujeres, como demuestran las numerosas referencias, tanto literarias como de representaciones de escenas en las miniaturas mogoles. Algunas de esas pinturas representan la interacción libre entre hombres y mujeres de la aristocracia.  Gulbadan Begum, en Humayun Namana, A.S Beveridge, New Delhi 2001, habla del harén de Kabul como algo relativamente libre; las mujeres no llevaban velo, montaban a caballo, iban de picnic, acudían a las cacerías imperiales o practicaban el tiro con arco. En esto, poco se diferenciaba la vida de las mujeres del harén real con sus coetáneas aristócratas de occidente.

Aquí, tengo que hacer un inciso, para recordarle al lector, que en todo momento estoy hablando del harén mogol, y no del harén otomano. Y es que entre ambos hay diferencias importantes. El primero fue durante muchos años, una institución nómada, como lo fue la propia corte mogol, lo que confirió mucha más libertad a las mujeres. También es importante recalcar el origen de las integrantes del harén, que a diferencia del mogol, en el caso del otomano, estaba, mayoritariamente, formado por mujeres esclavas- de hecho la mayoría de las mujeres del sultán eran de tal origen-, bien capturadas como botín de guerra o reclutadas y compradas dentro del imperio……….

 

Seguiré contándote más cositas curiosas del harén mogol en futuras entradas. No dejes de pasarte por aquí si te interesa el tema.

 

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